jueves, 14 de enero de 2010

Para Omar

La nada que soy se avecina terrible y amenazadora, mostrando los dientecillos afilados que succionan y muerden lo que resta de esta piel amarga. Es verdad, o por lo menos no es mentira, que las estrellas se desvanecen en el cielo como el azúcar en el agua caliente. La partida que has empezado no deja rastro alguno del dolor que escondo al fondo de aquel abismo que conoces y no te atreves a penetrar.

La nada que soy me saluda de lejos, mueve su rostro y deja que el viento despeine su cabello negro y onduloso mientras murmuras mentiras a mi oído amoratado.

Entre la lluvia de tu voz y la tormenta de mi llanto pintado encontrarás lo que nunca estuviste buscando, y entonces, la nada que soy te habrá alcanzado.

LIBR

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