martes, 6 de julio de 2010

Nombres

AGUAMIEL


Yaces glorioso e inmóvil en el cenit,

pareciera que esperas una estrella celeste:

Un espacio vacío.

Luego miras hacia la transparente Luna,

te has ido al viejo solarium,

ahora duermes tranquilo, contento.



PERMANENTE


Eres el viento obscuro,

los recuerdos vivos en mi álbum,

el amor en mi carne cortada,

aquel espejo que nada en la mar.



ACUÁTICA


Sería el bien si no fuera el mal,

ese mal incurable de sonrisa amarga.

Soy la miel que guardaste tú,

el vago reflejo solar,

el olor del agua quemada.


Fragmentos

Para Omar:

I

Enmedio del mar rojo hay estuación.

Tu carne transparente se ha sonrosado de pronto: respiraste.

El lunar negro que vive entre secretos invocó a mi cuerpo extático.

Tus venas pintadas, tu forma perfecta, tu contorno frente a la luz, encarnaron una historia sin tiempo.

La suavidad húmeda de tu piel palpitante me trajo recuerdos del beso infinito que una tarde selvática marqué sobre ti, dejando huellas de aliento.

Subiste, recorriendo ese camino inacabado que conoces y comprendes.

-Te has vuelto blanco, murmuró mi alma.

Tú, espeso y espumoso me regalaste un trozo de silencio.



II

Estuviste quieta durante largo tiempo, alumbrando a mis ojos acuosos y a mi piel congelada por el aire de invierno. Formabas esa eterna espiral de color que entibiaba la noche bajo la que me encontraba.

Ahí, silenciosa, hablaste de todo lo que no comprendo y sin embargo te escuché: un fluido luminiscente invadió mi alma.

Eres aquel río de tiempo en donde ya no flota el espacio, eres aquel día soleado en que la obscuridad fue permanente, esa obscuridad calma y tranquila que cuida de mi cuerpo.

Por un momento pensé tenerte, sentirte, vivirte. Incluso creí que la distancia entre tu cuerpo y el mío se desvanecía como algodón al fuego.

Mis sentidos me engañaban, tú estabas lejos, empero me abrazabas casi como si conocieras todo lo que se esconde dentro.



III

El olor del tiempo derretido, el sonido debajo del pavimento, el sabor de la noche y el viento me recuerdan todos a tu rostro que cabe exacto entre mi piel y mi aliento. Y mentí cuando dije -te quiero, porque a este cuerpo tonto no le basta quererte como lo finito del tiempo. ¿Qué será de nosotros cuando la obscuridad diurna nos desvanezca como a las olas el movimiento? La respuesta se pasea bailando sobre las cenizas prematuras de mi ser metido en un agujero, es la reflexión indefinida de mi mano que martilla los sueños cuando se rompe el efímero momento.

Dentro de ésta burbuja nos rodea un agua tibia cuya música arrulla mis recuerdos, afuera hay sólo sequía y desierto. Es por eso que deseo que el mar nos cuente uno a uno sus secretos: para amanecer con los labios húmedos de vida, de todos los nombres que tiene el universo.

Hace poco que Venus me habló sobre Marte, sobre los ríos plataverdosos que los unen en silencio. Yo no dije nada: callé con el alma y hablé con el cuerpo.