Entre tanto maltrato del día a día, de corazones rotos que apestan el aire y enturbian nuestras aguas; de botellas claras que hemos ya llenado con lágrimas y de las tantas paredes que hemos sangrado...
Orgullozas y ostentando nuestra porcelana trozada, esperando eternamente por un rescate casi imposible, caminamos hacia el abismo, cegadas y resbalando en los escollos.