miércoles, 11 de mayo de 2011

Luz profunda

No puedo dormir sin tu rostro acuoso que se mece entre mis dedos. Caminando sonido tras sonido se ha disuelto la noche. Es complejo como tu sonrisa en verano, como tu melancolía en primavera, pero está ahí, escondido bajo las brasas del pasto: un camino sinuoso y estrecho. El fondo es transparente, con tanto espacio que podría vivirse en él. No digo abajo, si quiera arriba, digo derecho, frente a los ojos que son tuyos y míos -suspiro- y tuyos. Pero lejos, lejos, lejos. Se adviene de pronto el terror, el pánico de los lagos y sus vegetaciones que se enredan en los tobillos, que te sostienen donde no puedes respirar. Tranquila, reconociendo el rostro, me quito el alma y te la entrego, para que puedas flotar.